
«El tiempo para la paz de Dios» - Fiesta ecuménica en un parque de Estocolmo, 23 de agosto de 2025 (Foto Hillert, CMI)
Entre el 22 y el 24 de agosto de 2025, participé en el centenario de la Conferencia de Estocolmo de 1925, un acontecimiento importante del ecumenismo moderno. Tres eventos marcaron esta conmemoración: un culto en la Iglesia Pentecostal de Filadelfia, una celebración en la catedral de Estocolmo en presencia del rey y la reina, y una liturgia solemne en Uppsala. Estas celebraciones también conmemoraban los 1700 años del Concilio de Nicea, que había afirmado la unidad de la Iglesia en torno a la fe trinitaria.
Un legado vivo: el llamamiento profético de Nathan Söderblom
En 1925, el arzobispo sueco Nathan Söderblom convocó la primera conferencia «Life and Work» en una Europa devastada por la guerra. Para él, la unidad cristiana no podía esperar a un acuerdo doctrinal completo, sino que debía encarnarse en una tarea común al servicio de la paz y la justicia. Su visión, alimentada por la exigencia de Cristo, sentó las bases del Consejo Ecuménico de Iglesias.
Cien años después, este mensaje sigue siendo actual. Las celebraciones de 2025 recalcaron la necesidad del arrepentimiento, la humildad y la reconciliación. Diversas voces, luteranas, pentecostales, reformadas, ortodoxas y católicas, insistieron en el papel de los cristianos como artífices de la paz en un mundo atravesado por conflictos, injusticias, migraciones, crisis climática y retos tecnológicos.
El patriarca ortodoxo Bartolomé recordó que la paz comienza en el corazón, mientras que el secretario general del Consejo Ecuménico de Iglesias (CEI), Jerry Pillay, insistió en la responsabilidad de las Iglesias ante las amenazas actuales.
El Credo de Nicea, proclamado solemnemente, recordó que la unidad visible es obra del Espíritu Santo. Así, estos días han recordado que la unidad cristiana no es un lujo, sino una exigencia misionera y una urgencia para la paz del mundo.

Celebración en la Iglesia Pentecostal Filadelfia en Estocolmo (Foto Hillert, CMI)
El camino hacia el «Jubileo de los jubileos»
En este contexto, di una conferencia sobre JC2033, en particular sobre el camino que nos lleva de 2025 a 2033, los 2000 años de la resurrección, el «Jubileo de los jubileos».
Enfaticé que nos hemos inspirado en el llamamiento del papa Francisco a «caminar, orar y trabajar juntos» y que nos sumamos al espíritu de la «peregrinación de unidad y reconciliación» promovida por el CMI. La imagen del camino de Emaús ilustra este enfoque: Jesús resucitado camina con su pueblo e ilumina el camino.
También señalé que JC2033 colabora con otras redes mundiales como «Mesa Redonda 2033» y «Agenda 2033», que reúnen a diversos movimientos y ministerios. Lo mismo ocurre con la iniciativa «Pascua Juntos 2025», que conmemora los 1700 años del Concilio de Nicea y la fecha común de la Pascua de este año, como un acontecimiento importante hacia el 2033.
La visión es que en 2033 cada ser humano pueda escuchar en su idioma materno: «¡Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado!». El logotipo de JC2033 —la tumba vacía— recuerda que Jesús está vivo hoy. 2033 no es un fin en sí mismo: lo esencial es caminar juntos desde ahora, en unidad y testimonio, para que Cristo esté en el centro.
Volver a las fuentes de la fe cristiana en 2033
Me interesó mucho el mensaje del papa León XIV, leído por el arzobispo Flávio Pace, secretario general del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que decía:
«Lo que nos une es mucho más fuerte que lo que nos divide. La voluntad de Cristo es que estemos juntos para dar testimonio de Él. Creemos que la unidad que Cristo quiere para su Iglesia debe ser visible, y que dicha unidad crece a través del diálogo teológico, la oración común, cuando es posible, y el testimonio compartido ante los sufrimientos de la humanidad». »
En un mundo marcado por la violencia, donde el Maligno trabaja para dividirnos, Flávio Pace llamó a las Iglesias a volver a las fuentes de su fe, acudiendo a Jerusalén para el Jubileo de la resurrección de Cristo en el 2033.
También recuerdo la intervención del arzobispo luterano Martin Modeus, primado de la Iglesia Luterana de Suecia, en su homilía: «Si estoy cerca de Jesús resucitado, veré lo que Él ve y podré hacer lo que Él hace. » Esta presencia de Cristo da la fuerza para reconciliarse «setenta y siete veces siete veces», como dice el Evangelio de aquel entonces (cf. Mateo 18,18-21).
En mi conferencia, recordé que la fe en Cristo muerto y resucitado es la base de todo compromiso por la justicia y la paz. Las primeras palabras del Resucitado a sus discípulos son, en efecto: «La paz sea con vosotros» (Juan 20,19).
Martin Hoegger


